martes, 6 de marzo de 2012

Ojos, ¿puerta del alma?

Bienvenidos de nuevo, lectores y bloggeros. Antes de comenzar, querría pedir perdón por la falta de continuidad en el blog, pues debido a diversos factores, arquitectónicos sobre todo, deje de darle toda la atención que merece este fantástico blog.

Pues, como ven perfectamente en el título, mi reflexión de hoy ha sido sobre los ojos. Pero de los ojos en el sentido metafísico que tienen.
Pensad objetivamente si alguna vez habéis mirado a unos ojos. Y digo mirar, no ver. Unos ojos los ve cualquiera. Pero muy pocos los miran. Muy pocos los escrutan, muy pocos usan los ojos como si de precipicios se trataran, precipicios de los cuales uno salta y se aventura en ellos.
Ojos... hay muchos, de infinitos colores, matices y formas, igual que infinitos mundos por explorar y recorrer cada vez que se miran. 
Yo he viajado por esos ojos. He visitado parajes maravillosos, ojos que cuentan historias, ojos que alumbran un alma y empequeñecen un corazón, ojos que te propulsan a una vida en la que puedes sentir como el tiempo de en derredor se detiene completamente.
Porque tenemos que aprender a sentir, oler, saborear, oír una mirada, tenemos que vivirla, tenemos que saber que, cuando aparece, tenemos que tratarla con cariño, acariciarla, besarla y, si te lo permite, hacerla el amor. Mirar a los ojos es mágico. Intercambiar esa mirada alcanza el summun del placer. 
Guardo mil recuerdos que me hace tener escalofríos, de cuando hasta a oscuras se podía mirar a alguien a los ojos. Alguien especial. Alguien que podría llegar a serlo. Alguien que podría serlo más aún. 
Ese momento petrifica y paraliza, pero a la vez, no lo dejarás nunca de hacer. 

Esa es mi reflexión de hoy. Mirar a los ojos, mantener una mirada, analizar esos ojos... Aprended a vivir esos momentos, pues cuando lo consigáis, alcanzaréis la tranquilidad impasible de un lago perdido en la montaña.