jueves, 2 de febrero de 2012

Lucha contra tu destino

Caballero envalentonado, que viste su armadura corroída por el paso del tiempo y del fragor de la batalla, oxidada por los alientos de sangre que exhalaron sus antiguos enemigos, descansando ya sobre el campo de batalla...
Caballero poderoso, rugiendo de ira ardiente, cuyos ojos solo infundan temor a aquellos que se atreven a mirar  en lo más profundo de estos... Cuya boca solo exhibe una rabia contenida, una furia desatada, de cuyos gritos no quedan inmunes ni sus propios compañeros...
Empuñando en su mano más alzada la espada más temida, la que todos temen que descienda desde el cielo para herir lo más profundo del bastión enemigo... Portando en la mano más taimada el arma que le cubre de aquellos que le acechan en la lejanía... Y, sin cesar, corriendo hacia el enemigo.
Inevitable su llegada, todos observan petrificados. Nadie habla. Ni un suspiro apenas puede oírse. Observan temerosos cuán cruel puede ser la vida, al ver que su respiración apenas durará debido a la ira que en breves instantes se desatará al descender el Caballero por las trincheras. Empapando más su espada. Oxidando más su armadura.
Las piernas no responden; los ojos, los gritos, el sonido retumbando de un paso tras otro en el suelo... no permite movimiento alguno. Parece que todo ha entrado en una cúpula atemporal donde nada importa y nada parece tener sentido.
Entonces, a menos de un metro de distancia, el caballero se impulsa con sus botas. Salta hacia delante, para sorpresa de todos. Nadie esperaba un salto así. Se sumerge entre las líneas enemigas, y lo último que se recuerda de ello, la última imagen... Es la del Caballero realizando un movimiento lateral con su espada, sesgando las vidas que entre él se oponían, acompañándolo de una melodía roja que indicaba el comienzo de una sinfonía de destrucción.

El Caballero sois vosotros. Y el enemigo, el Destino. Enfrentaos a él, hacedlo sangrar y... no os dobleguéis.

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